So Symbolic

El chico que me habló de un grupo llamado Counting Crows
o el que me llevó por primera vez a Café Arábica
-usé zapatos altos, un collar de caracoles,
un suéter para cubrirme,
tenía catorce años
ponía una y otra vez esa canción:
I felt so symbolic yesterday
If I knew Picasso
I would buy myself a gray guitar and play

la noche que cerré los ojos y era todo rojo
todo mar subiendo, bajando
todo mar
quería llorar para no endurecerme

hace ya unos años que fuimos al cine a ver Blue Valentine
y también:
Why do we hurt the ones we love…
con el bailecito triste

cómo nos cosió el uno al otro a los tres amigos
Eduardo con la mirada baja
escuchándonos, sobre las tazas de café
las librerías, la tarde en que compré esa antología de Montejo
y leíamos:
Estar aquí en la tierra: no más lejos
que un árbol, no más inexplicables,
livianos en otoño, henchidos en verano,
con lo que somos o no somos, con la sombra

La primera vez que Luis me miró a los ojos.

cuando papá me despertó de madrugada para despedirse
o los domingos en que mamá manejaba por la Cota Mil
y escuchábamos Pink Floyd

la primera vez que Luis me hizo el amor en Lagunazo
yo tenía los ojos bien abiertos
auroras boreales subiendo, bajando
el pájaro que cantó al amanecer

cuando Nelson y yo bajábamos de Sabas Nieves los días de semana
las mañanas en Suma, hablando con un cliente
los ruidos leves del Boulevard

siempre el velo escarchado de las ilusiones
estrellas rojas, puntos rojos
difuminando el aura

hoy estoy escuchando Counting Crows
todo ha sido áureo y rojo
como de fresas
vino
llanto
o amor
todo sigue siendo rojo.

 

Tierra

Tierra, tan sólo tierra.
– Federico García Lorca

Malaika, mi ángel
la vida no es justa
y la poesía
nunca ha sido suficiente.
Yo no sabía que un gato podía volar desde el treceavo piso
resulta que lo hacen todos los días
saltan del sexto, del noveno, del decimocuarto
buscan el más reducido agujero
para saltar detrás del pájaro deseado o de la mosca.
Algunos sobreviven.
Yo tuve que recoger tu cuerpo blando
(tan pequeño que fue)
mojado por la lluvia como un algodón,
pedirle al señor Miguel que abriera un foso
entre los árboles del parque.
Entender la verdad:
tierra, tan sólo tierra
en pleno aire frío de los que estamos en pie.
Leer cuentos para gatos
escuchar canciones para gatos
declararme por siempre doliente
y diurna amante de tus maullidos y tus garras.
Tirar tu comida, vaciar tu caja de arena
llegar tarde al trabajo y decir simplemente:
“es que se murió mi gata”.

 

Niebla verde

La ciudad aúlla
miles de millones de minúsculos mundos engranados.
Desde el piso 26 de la Torre Norte
observo: nada se detiene.
Como un átomo cuyas órbitas aceleradas
lo hacen fuego
hierve la ciudad,
una gran cacerola gris.

Mi mente tampoco ha encontrado reposo.
Extraño a mamá.
A la izquierda, dos zamuros planean
la montaña parece consolarme
por su falda estarán corriendo animales veloces…

Tómame en brazos
llena mis ojos de niebla verde.

En cada hora pico soy huérfana de las orquídeas.


Cristina Gálvez Martos (Caracas, Venezuela, 1987). Escritora e poetisa. Licenciada em Letras pela Universidade Central da Venezuela. Participou de diversas antologias poéticas editadas na Venezuela, Porto Rico, Argentina e Reino Unido. Fez parte de diversas oficinas de criação literária, entre elas a coordenada pelo poeta venezuelano Armando Rojas Guardia. Entre os anos de 2013 a 2015 se dedicou às oficinas da Casa de las Letras Andrés Bello, promovendo cursos literários, de ortografia, redação e interpretação de textos. Estudia Diplomado en Gestión Cultural en Fundación Itaú. ˡ Gálvez, Cristina. Bicorne. Caracas, Venezuela: Casa de las Letras Andrés Bello, 2016.


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Publicado por:Cristina Gálvez Martos

Cristina Gálvez Martos (Venezuela/Uruguay, 1987). Caraqueña. Lic. en Letras por la UCV. y profesora de inglés-. Escribo, sobre todo poesía y ensayo. Traduzco poemas del inglés al español. Obras publicadas: Psicopompa (Monte Ávila Editores, 2015), Bicorne (Casa de las Letras Andrés Bello, 2016), Fauna de Cal (Casa de los Escritores del Uruguay, 2020).

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